Definiendo La Incertidumbre

By Juan J. ColomerDecember 1, 2009AB's Top Music News

Viendo la situación por la que atraviesa en los últimos años la industria musical, y más concretamente el mercado discográfico, era inevitable empezar a ver nuevos sistemas de venta y distribución que se adecuaran a la realidad dictada por la aparición de los formatos digitales y el Internet.

Aunque estos cambios no se han producido todavía, ya van perfilándose algunas tendencias que parecen apuntar en la dirección que la futura industria del disco puede tomar.

tura industria del disco puede tomar.La oferta de 5.000 millones de dólares por parte de Apple para hacerse cargo de Vivendi Universal, dueña de UNI Distribution, deja claras las intenciones por parte de Apple para tratar de dominar una parte del mercado discográfico, al menos en la Red.

Eso es algo que ya han empezado a hacer con éxito a través de los iPods, que en su más reciente versión son capaces de almacenar hasta 7,500 títulos. Como parte de esta nueva estrategia, Apple Online ofrece también la posibilidad de escuchar y bajar música de su Web Site por 99 centavos de dólar por canción. Independientemente de que se lleve a cabo, o no, esa compra o fusión, todo apunta a una nueva manera de distribuir la música, probablemente ncluida en un paquete como parte del software que se ofrece en la compra de un nuevo Mac o PC.  Aunque en este momento no se solidificara ese trato y la cifra lograra ser inalcanzable para Apple, otros pretendientes mucho más poderosos como (¿cómo no?) Microsoft podrían pujar sin problemas, abriendo la puerta a un nuevo capítulo en los sistemas de distribución tal y como se conocen hoy en día.  

Uno de los principales problemas que plantea esta posible situación y, de hecho, cualquier nuevo modo de distribución es cómo compensar al autor por su trabajo. En este caso, el obstáculo, a diferencia de lo que ocurre con la piratería, no provendría de la incapacidad por hacer un seguimiento de las copias vendidas, sino por la dudosa disposición de los nuevos “dueños” de la música para establecer cláusulas en los nuevos contratos que les obliguen a pagar a los artistas por cada venta o cada “downloading” que sus clientes hagan de canciones pertenecientes a su catálogo. Actualmente, no existe una normativa clara y definida por la que, de incluirse una serie de canciones como parte de un paquete de software instalado en el disco duro, tuviera que compensarse al autor como ocurre con las copias vendidas de CD’s en donde éste recibe entre 6 y 8 centavos por canción por copia vendida (los denominados derechos mecánicos).

En este nuevo escenario, los distribuidores, ya sean Apple, Microsoft o quién fuera el dueño del catálogo, encontrarían vacíos enormes en la normativa actual y argumentos a su favor que les permitirían tal vez escaparse del compromiso de tener que destinar parte de la recaudación para los autores, entre otros el que los derechos mecánicos están basados en “ventas” y no  distribución de CD’s.

En este sentido, existen varios indicios que hacen ese posible resultado más preocupante y amenazador. Por un lado, la constante presión que compañías productoras, tanto de cine, TV, comerciales, etc., ejercen cada vez más para no sólo quedarse con el 50% editorial de la música que utilizan, sino arañar en lo posible del restante 50% que le corresponde al autor.  

Al mismo tiempo, agentes y managers también han empezado desde hace unos años a quedarse con porcentajes de los derechos de sus clientes. Además de esto, y paradójicamente, el gran avance tecnológico que en un principio haría el seguimiento de canciones (ya sea vendidas, descargadas y hasta escuchadas) totalmente fiable y exacto, se convierte cuando se trata de repartir las ganancias a sus autores, en diatribas y justificaciones por la complejidad del proceso que ello significaría. 

Pero, sin duda, la pesadilla más grande sería algo parecido a lo que sucedió a mediados del siglo pasado, cuando por una resolución judicial, los autores quedaron exentos de percibir derechos de ejecución por las músicas que acompañan a películas exhibidas en los cines de Estados Unidos.

Probablemente, éste es el momento clave para que los autores en bloque tomen conciencia (y se la hagan tomar al resto de la humanidad) de la magnitud que una mala negociación en esta primera fase puede tener para su propia supervivencia y la de la música en general. Confiar en la buena disposición de Megacompañías que, por su gran poderío vayan a tratar de ser justas y dejar de ganar unos centavos en un alarde altruista ¡es suicida!. Recordemos que Microsoft fue la que se negó a pagar a  las grupos que pusieron música en su X-BOX al pretender que la exposición que ello le generaba a esos grupos, relativamente desconocidos, era pago más que suficiente.

Una vez más, el futuro parece estar del lado del que más tiene si el resto no se muestra inteligente y trata de impedirlo. Las grandes posibilidades que en un principio ofrecen todas las nuevas tecnologías, donde cualquiera es capaz de grabar un CD e incluso hacer una película con un poco de imaginación y unos pocos dólares, no se traducen en formas de vida, sino en meros logros individuales de los que estar orgullosos a nivel personal. La sombra de películas futuristas en las que una empresa gigante lo controla todo parece estar acechando si entre todos no lo evitamos. ¿No sería irónico si dentro de unos años, todos los que nos quejamos de las compañías discográficas empezamos a echarlas de menos?