Para aquellos que hemos vivido la cancelación de conciertos de Enrique Bunbury y también la interrupción de conciertos de Héroes por berrinches de su entonces vocalista, fue un alivio el ser testigo el pasado 26 de febrero de un concierto sin contratiempos, lo que para sus aguerridos fans fue el evento del año (para otros, tan solo el calentamiento previo antes de que llegue Mago de Oz o Babasónicos).
Estar en el concierto de Enrique Bunbury la semana pasada en el Anfiteatro Gibson equivalía un poquito a estar en una reunión de High School, Bunbury es ese tipo capaz de levantar aquella piedra inmaterial bajo la que se ocultan quienes fueron fervientes fans de Héroes en una época, y que ahora son respetables figuras de su comunidad (las canas y la libras de más otorgan esos privilegios). Sin embargo, y por una sola noche, muchos de éstos se unieron a los miles de nuevos fans que tiene el español, para cantar a garganta abierta no los nostálgicos temas de Héroes, sino toda la colección de canciones que Bunbury ha cosechado en su carrera como solista.
El escenario no era suntuoso, sino más bien una especie de “pequeño cabaret ambulante”, rojo por todos lados y sobre él, cinco músicos que igual le hacían guiños al sabor de Johnny Cash como al exceso de Jim Morrison. Comportándose siempre como el divo que adoran todos sus admiradores, Bunbury salió al escenario con un atuendo que era un poco Elvis, pero que gracias al sombrerito que hace tiempo se carga, le ayuda con la imagen de “vaquero eléctrico”, y dio un concierto extenso y con mucha variedad, incluyendo varios de los números que integran su más reciente disco “Hellville de Luxe” (¿que no ya Rob Zombie habia sacado ese disco?).
Todo aquel incrédulo que pensó que el lugar podía quedarse medio vacío tuvo que tragarse sus palabras, ya que a pesar de que el boleto era excesivo en precio -en especial para estos días- los únicos asientos disponibles fueron aquellos a los que la gente no va ni aunque haya pagado por ellos.
Tampoco fue de extrañarse cuando algunos de sus fans se colaron hasta el mismo escenario y uno de ellos robó el micrófono para declarar abiertamente, “¡este cabrón es un dios!”, comentario que le celebraron el resto de sus miles de cómplices desde sus asientos… ¿qué es un divo sin el servilismo de sus fans?
Y a pesar de que seguramente todo mundo agradeció las interpretaciones de “Extranjero”, “El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás” y “Que Tengas Suertecita”, yo escuché muy claro la voz de uno de sus tantos fans que ya casi al final del concierto se animó a reclamarle a su ídolo de la manera más cándida, “¡órale puto, cántate una de Héroes!”
Asi son los fans de Bunbury, tan impredecibles como él mismo…