
Elvis se elevó al cuadrado, a la enésima potencia. Al fin y al cabo era su gran noche póstuma, la del 75 cumpleaños al que le faltaron 33 inviernos para hacerse realidad. Demasiados pastillazos y kilos de más. Pero el ‘rey’ pudo volver para la ocasión, un regreso a su última sede, a la ciudad de la laca y las casposas lentejuelas que todavía explota, y mucho, su imagen de leyenda americana.
Eso fue precisamente lo que quiso contar el nuevo espectáculo del Cirque Du Soleil en Las Vegas, ‘Viva Elvis’, que llegó a la cita con muchos apuros después de varios cambios en el guión, retrasos en la construcción del nuevo teatro en el lujoso casino Aria y alguna que otra renuncia.
Pese a todo, los 26 acróbatas, 26 bailarines, cuatro solistas y la banda de músicos, no quisieron incumplirle a su homenajeado y cerraron un magno espectáculo con un cumpleaños feliz a cuatro voces, una tarta en el centro y pañuelos rojos cayendo del cielo, en un teatro tan monumental que se podría aterrizar una nave espacial sin problemas aparentes de espacio.
Fue el colofón al 8 de enero, el día en que muchas partes del país se volcaron con Elvis Aron Presley y su historia. Hay muchas versiones del cuento, pero el circo canadiense prefirió ofrecer la cara amable, la festiva, la tierna, la del héroe americano, producto de una casucha sin agua corriente ni electricidad, que se cansó de vender discos y conquistar a histéricas señoritas meneando faldas con vuelo.
No se olvidó de la cuestión puramente circense pero atacó por el lado musical, en un homenaje “con Elvis presente y no sobre Elvis”, como explicó uno de los responsables de la función, Gilles Ste-Croix, con versiones trabajadas de las canciones del genio del rock & roll, su voz, su vídeo —en pantallas gigantes con montajes de imagen deslumbrantes— y una orquesta que entró y salió de la escena para acompañar a los saltarines, magos y atletas que componen este nuevo equipo, notables baterías y un guitarra que tuvo su momento de gloria en un sentimental “Love me tender”.
Discurrió la historia por la biografía del de Tupelo, Mississippi, su casa, sus padres, sus primeras canciones, su ingreso en el ejército, con un memorable “Return to sender” entre gimnastas colgados en barras fijas por todo el escenario.
Un actor en la piel del representante de Elvis, Tom Parker, con su puro y sus tirantes, se encargó de recordar lo que era Presley, el carisma de un artista incombustible, capaz de unir géneros musicales segregados hasta entonces como el gospel, el country, el pop y el blues, para meterlo todo en la batidora de la frenética cultura pop de la América de los 50 y los 60, reconvertido después en un perdurable rock & roll.
Los responsables del espectáculo se encargaron de subrayar esa faceta con una interesante versión de “All shook up” en gospel y un modernista “King Creole”, todo ello con una sobresaliente puesta en escena, capaces de estilizar los quebequeses una estética de Elvis con tendencia a rayar en lo hortera.
Y para no decepcionar, no faltaron las acrobacias, algunas brutales, como el equipo de saltarines en camas elásticas con el “Gotta lotta lovin” de fondo, o una romántica declaración de amor en el aire de dos parejas de volatineros mientras la trama discurría por los primeros años de romance del rey con Priscilla, la mujer con la que tuvo a su única hija, Lisa Marie.
Después el espectáculo volvió a Las Vegas, ya todos metidos en sus trajes típicos, bajando por unas escaleras de neón y con las plumas de las vedettes invadiendo la escena para sacar el pastel de cumpleaños, única e histórica vez para los que tuvimos la suerte de contemplar lo nuevo del Cirque Du Soleil, a costa de un Elvis que vive y vivirá por mucho tiempo en este gran parque temático en medio del desierto.
“Viva Elvis” se puede ver a partir del 18 de enero en el recién inaugurado casino Aria de Las Vegas.