Muchos sólo saben que el Sake es un trago que pides cuando vas a cenar a un Sushi Bar y que contiene un poco de alcohol, ya que te marea después de un par de vasitos… pero, lo que algunos no tienen en cuenta es el proceso que lleva esta bebida japonesa tan exótica y de moda.
Alambique Imperial
Se dice que los primeros tragos de Sake sabían bastante “fuchis”, hasta que se creó la primera destilería en el siglo VII en el palacio imperial de Nara. Desde entonces, se han desarrollado miles de compañías internacionales que producen el famoso trago de los samurais.
La calidad del Sake se percibe por su nivel de precio, fragancia y aspecto. Hay diferentes estilos de Sake: con alcohol, sin alcohol, caliente, frío, pesado, liviano, etc. Muchos de los Sakes de Japón reflejan los diferentes gustos que utiliza la cocina de cada región.
Depende…
En la zona norte y montañosa del país, el Sake es más fuerte y espeso para complementar la comida salada de esta zona. En cambio, en las costas el Sake es más liviano para acompañar a las pescados frescos.
Los Sakes dulces son para acompañar a las comidas saladas y pesadas, al revés de los Sakes secos que sirven para acompañar a aquellas comidas más “light” y frescas.
El sabor del Sake depende del arroz con el que se cuece. Aunque el arroz es un elemento básico en la dieta de los japoneses, es un carbohidrato caro y díficil de conseguir. Por lo tanto, mientras más caro sea el arroz, más rico y resacoso es el Sake.
Doble Precio
Si tomas demasiado Sake, aparte de despertarte con un gran dolor de cabeza, aumentas unas cuantas libritas ya que es puro carbohidrato.
Si quieres intentar hacer un Sake necesitas cinco elementos básicos: agua, arroz, levadura, terreno y sobre todas las cosas, destreza técnica. Mejor es comprarlo en un mercado asiático, o tomártelo en el “alter-asiático” Sai-Sai, pero recuerda que si tomas no manejes, porque terminarás igual que un kamikaze.
