Ganadora del Oscar a la mejor cinta extranjera “The barbarian invasions”, no cuenta con una historia devastadora de ésas que lo dejan a uno temblando al salir del cine, no sacude las emociones de su audiencia provocando ese tipo de catarsis que se supone tiene que causar una cinta que compite con las mejores del mundo, pero sí es trascendental, inteligente y hasta conmovedora.
Mucho del mérito de los premios recibidos, radica en la magnífica manufactura de sus diálogos y de los personajes quienes no son del todo nuevos, ya que varios de ellos ya habían sido parte de la constelación que participara 15 años atrás en la otra cinta de Denys Arcand, “The decline of the american empire”, en particular Remy (Remy Girard), el profesor de literatura que se encuentra muriendo de cáncer en esta nueva historia. El atribulado Remy en esta ocasión se ve acompañado por Sebastien (Stephane Rousseau), un hijo que de manera no muy dócil regresa de Londres para acompañar a él y a su madre durante sus últimos días de vida. El resto de la historia nos muestra los esfuerzos de Sebastien por ver a su padre rodeado de sus amigos, quienes sin pelos en la lengua elaboran conversaciones académicas, religiosas, históricas y por supuesto sexuales, también se suman al cortejo las ex del moribundo quienes añaden sus quejas y alabanzas del pasado compartido con Remy. Y mientras que todo mundo se encuentra listo para la super conocida escena cursi en donde el hijo tome al padre entre sus brazos y se pidan perdón mutuamente, Arkand decide voltear la espalda a lo predecible, para convertir en elegante no sólo el final de la película, sino también el de Remy.