Vicente Aranda siempre ha tenido una especial debilidad por las historias del tipo “coming of age”, y a la vez una relación bastante tormentosa con el autor del libro en el que está basada esta cinta: Juan Marsé. A pesar de que la cinta está colmada de situaciones que muestran la intolerancia vivida en la década del os 40, Marsé ha señalado que su novela no fue escrita como “una revancha personal contra el franquismo”, sino como una secreta y nostálgica despedida de su infancia y esto se hace evidente a través del recurso de narrar la historia por medio de las llamadas “aventis”, historias contadas por los chicos del desaparecido barrio de Guinardó, que mezclaban al mismo tiempo leyendas urbanas y hechos reales acerca de su realidad después de la guerra civil española (con una pizca extra de fantasía, violencia sexual y sátira).
Aunque a Marsé nunca le hizo gracia el hecho de que Victoria Abril se presentase al rodaje embarazada de seis meses para hacer el papel de Mona, ya que según él debido a esto “las escenas eróticas con Victoria Abril resultaron brutales” y a la cinta “le sobra sadismo y le falta ternura”. Al parecer, la Academia de cine española no pensó lo mismo y le otorgó 7 nominaciones y el premio al mejor actor principal a Jorge Sanz por su interpretación de Daniel “’Java” Javaloyes. Arana, quien ya había hecho un primeres fuerzo de llevar al cine la obra de Marsé con la adaptación de “La muchacha de las bragas de oro” diez años antes, parece compartir varios puntos de vista con el autor de ambas novelas, quien a pesar de todo sigue pensando que el cine sigue sin hacerle justicia a su obra literaria. A final de cuentas, la cinta es un verdadero oasis en medio de toda la intolerancia que se vive actualmente en los medios de comunicación en este país y sirve como comentario mordaz para comparar las disparatadas censuras de nuestros días con las vividas en los más obscuros años del franquismo.