
Críticos y blogueros ven una clara tendencia hacia el mensaje liberal en Hollywood, desde feminismo hasta un apoyo velado al matrimonio homosexual
Donde algunos ven a dos pingüinos dándose un beso en señal de fraternidad, otros perciben una defensa a ultranza del matrimonio gay. Y donde muchos encuentran ternura y simpatía en unos cuantos coches animados en un circuito de fantasía, otros tantos ven un descarado intento de demonizar a la millonaria industria del petróleo. Esos otros son los del bando conservador de Hollywood, representado por una amplia gama de críticos de cine, políticos, blogueros y hasta profesores de universidad expertos en la materia, convencidos de que películas como “Happy Feet 2” —estrenada este pasado fin de semana en España— o “Cars 2” están cargados de mensajes políticos liberales.

Dicen que hay soflamas socialistas e intentos manifiestos de insuflar los cerebros de los pequeños con el veneno propagandista de la izquierda americana. Algunos como Kyle Smith, crítico del New York Post, percibe esa clase de mensaje tendencioso en el guión de “Happy Feet 2”, con la causa medioambientalista al frente y la preocupación por el calentamiento global, un asunto que, dice, para los conservadores de Estados Unidos es una sarta de mentiras inventadas por la comunidad científica internacional.
Pero va más allá al detectar “feminismo, vegetarianismo y matrimonios entre homosexuales”, o una especie de “Karl Marx para niños” encubierto en la cinta de George Miller. Smith cree que todo esa explica su debacle en taquilla, con una recaudación que no llegó ni a la mitad con respecto a la primera parte en su primer fin de semana en cartelera.

No es el único título objeto de las iras de la derecha. Desde el blog Lonelyconservative.com criticaron con dureza el enfoque del director John Lasseter en “Cars 2”, después de admitir que el petróleo y los intereses a su alrededor serían los malos de la película. “Hasta ahora nos tachaban de paranoicos cuando decíamos que la industria de Hollywood estaba tratando de adoctrinar a nuestros hijos con propaganda de izquierdas”, aseguraba uno de los ‘blogueros’. “Pero ahora productores y directores han admitido lo que están haciendo. Me alegro de haberlo averiguado antes de dejar que mi hijo me convenciera para llevarle a ver ‘Cars 2’”.
Los mensajes subliminales y el debate sobre la agenda política enmascarada en los tiernos cuentos infantiles no es nuevo. Algunos sitúan el comienzo de esa conversación en la década de los 30, con “Blancanieves y los siete enanitos” despertando sospechas de reivindicación feminista, pese a la iras anticomunistas de Walt Disney en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Los años y la tecnología no han cambiado demasiado la paranoia política. A otra película de Disney, “Finding Nemo”, los republicanos le encontraron un mensaje desmoralizador contra la especie humana y en favor de los pobres y maltratados animalitos de la cinta. Tampoco les sentó bien la cantinela contra el consumismo desacervado que critica “Wall E”, donde un robot se encuentra en un mundo abandonado por la basura.
Pero el verdadero grito en el cielo lo pusieron con los carteles de Lenin y Trostky en las oficinas centrales del bueno de “Astro Boy”, el personaje de manga japonés convertido en largometraje en 2009. En esas imágenes, los especialistas en tramas políticas encriptadas, vieron un deliberado intento de hacer realidad el sueño de los más liberales en Estados Unidos: una sociedad donde impere el reparto justo de bienes.

Pero no todo han sido disgustos. En “The Incredibles” dieron con un mensaje interesante y en armonía con sus planteamientos, una advertencia contra las demandas hacia superhéroes dispuestos a salvar el planeta en su lucha contra la fuerzas maléficas, ese “demonio” que tanto gustaba de introducir en su discurso el ex presidente estadounidense George W. Bush.
Y parecía que Hollywood sólo pretendía entretener y forrarse por el camino. Pero hay algo más, según dicen esos otros.