Love on Demand

By Alicia MonsalveJanuary 8, 2008Otro Rollo

Love on DemandCaminando por Third Street Promenade en Santa Monica, los transeúntes saben que cualquier fin de semana pueden conseguir músicos y prestidigitadores, comprar un iPod en uno de los quioscos, hacerse un retrato a lápiz, trenzarse cuentas en el cabello o comprar algún souvenir de esta ciudad que se asoma como un balcón hacia el Pacífico. Sin embargo, hay algo inusual este domingo. Apenas al entrar al paseo viniendo desde el Boulevard Colorado, hay una mesa que parece atraer la atención de los curiosos, pero que a la vez también a algunos los hace tomar el otro lado de la acera. Hay un cartel que reza, en color rojo, “Love on Demand” y abajo, dice: “Free”. ¿Amor por encargo y… gratis? A algunos los emociona, a otros simplemente les eriza los pelos. En una mesa a un lado del paseo están practicando una de las profesiones más antiguas del mundo. Pero, no es lo que están pensando. Son poetas, son escribanos, son personas que prestan sus oídos y su musa a quienes se atrevan a pedir un poema por encargo.

Ejerciendo la profesión

Y no necesariamente están locos de amor como Florentino Ariza, el personaje de “El amor en los tiempos del cólera” que prestaba su verborrea de amor imposible para que otros pudieran enamorarse, sino que están haciendo un ejercicio literario y a la vez dando vida a un proyecto que rescata una tradición poética y da vida a un diálogo entre la ciudad, sus habitantes y sus emociones usando a los bardos como medio.

La creadora de esta idea está al frente de la mesa, sentada frente a una antigua máquina de escribir Remington de color celeste, teclea con diicultad y desenreda la cinta que ella misma tuvo que enrrollar pacientemente en el carrete, porque hoy en día no se consiguen repuestos para estos artefactos. Se llama Cynthia Alessandra Briano y, adivinen, es latina, de Huntington Park.

Con ojillos vivaces recibe a los solicitantes y distribuye los encargos entre los poetas que participan en la jornada. Estamos a principios de agosto y el sol se posa inclemente sobre nuestras cabezas. La jornada es voluntaria y se extiende de 11:00 a 6:00 p.m., sin embargo hay tantos encargos que probablemente llegue hasta las 8:00 p.m.

¿De qué se trata todo esto?, dice un curioso. Parece más interesado en solicitarle su amor a Cynthia, pero luego se rinde a la aventura de encargar un poema “es para una chica de mi iglesia”, dice. Es fenomenal, pero no encuentro cómo decirle que me gusta”. Luego coniesa que se acercó a la mesa porque le llamó la atención la joven poetisa. Ella se ríe, despreocupada, tiene un montón de solicitudes y sigue entrevistando a una chica rubia que se enrojece al responder algunas preguntas un tanto personales. “Es un poema para mi novio, nunca pensé que podía contarle cosas tan íntimas a alguien completamente extraño”.

El experimento nació como parte de un taller de creación literaria que Cynthia Briano estuvo dirigiendo como artista residente en las instalaciones de Self Help Graphics, hasta que la institución cerró sus puertas, como ya es sabido. Mientras se dirime el futuro de SHG, el taller continuó en casa de los propios participantes, y gracias a ello completaron el ciclo de 13 ines de semana con una lectura de poemas el pasado 27 de julio.

Experimento poético

La experiencia de “Love on Demand” nació como un ejercicio para poner a trabajar juntos a los dos niveles del taller, donde alumnos aprendices y avanzados trabajan juntos para poder producir los poemas que deben ser entregados a los solicitantes en el transcurso de una hora. Los solicitantes deben llenar un formulario donde exponen los detalles de la persona a la cual desean dirigirle el poema; anécdotas, juegos, sobrenombres, fechas, secretos, cualquier cosa es válida. Algunos poemas son pasionales, otros son fraternos o de simple amistad, unos en tono jovial o hasta cómico, y también les han pedido sonetos, versos isabelinos y otras estructuras de estricta métrica por algunos que quiso ponerlos a sufrir, pero siempre en nombre de la poesía.

El ejercicio poético es generalmente un acto íntimo, que siempre se ha asociado con la iluminación, se han creado nombres, mitos y excusas para nombrar a la inspiración. Pero aquí se hace la descampado, al desnudo, como el amor mismo. Se brinda también a ojos cerrados, sin apenas conocerse. Para los poetas y poetisas, es a la vez doloroso y lúdico. Los libera del compromiso de la revisión, porque la palabras se van de sus manos de la misma forma que vinieron, y el objeto de sus poemas es tan efímero como las pinceladas de imaginación que crearon los versos para esos nombres e ideas prestadas. Es como prestarse en momento al deseo de otros, brindarse en un acto de amor totalmente desinteresado y que en réplica devuelve al poeta la catársis de crear nuevos versos sin preguntarse los por qué, los cómos y los cuándos que muchas veces bloquean la pasión creativa. Me dice que sí, es bueno, es distinto, es a la vez súbito y profundo, pero ininitamente conmovedor. Y afirman que desde que se inició esta aventura, su apreciación de la creación es menos maniquea, más espontánea e intuitiva. Uno de ellos va un poco más allá y hasta conecta imágenes visuales con palabras, nace un poema-pictograma frente a nuestros ojos. Luego, me atrevo a pedir un poema.

Es para un amigo que se fue de esta ciudad porque la encontró vacía. Y el poema me responde esa pregunta que tantas veces nos hicimos, buscando la poesía que vive en las canciones, inventando un mundo surreal de músicos y letras impresas a pulmón. La poesía no está muerta, vive aquí, solamente que no nos damos cuenta…

Palabras de amor

Esa tarde no vimos llover, pero contemplamos el rostro vivo del amor convirtiéndose en palabra y como ésta trascendiendo tiempos, idiomas, intenciones. Vimos la desesperación del que busca la reconquista, la dulce intransigencia del enamorado a solas, las mariposas contenidas en el estómago de quien piensa pedir matrimonio, la sonrisa del padre, la picardía de la alumna secretamente admiradora del profesor, al novio que nunca supo escribir con coherencia ni siquiera un “te quiero”. Y todos ellos se fueron con un papelito, rosa, azul celeste, verde, amarillo tostado, enrollado de ilusiones como un pergamino e impregnado de esa materia viscosa pero intangible que mueve al mundo, aunque el petróleo cueste más de $70 el barril. Amor, por encargo.